Fundación eCare Acompaña - Elisabeth d'Ornano - Evidencias - Nacimiento

Un buen parto según la OMS

La Organización Mundial de la Salud (OMS) acaba de publicar sus nuevas recomendaciones para la atención al parto y nacimiento. Para ello médicos, matronas y obstetras de todo el mundo han revisado las investigaciones para ofrecer unos consejos basados en la evidencia científica de cara al parto. El proyecto eCare se basa en esas recomendaciones: todo lo que se recoge en el mismo viene avalado por la ciencia y la OMS.

La atención al parto es mejorable y la OMS promueve el cambio.

La OMS reconoce ese maltrato que muchas mujeres aún sufren en el parto, que conlleva intervenciones innecesarias y pone en peligro su salud y la de sus bebés.
La atención respetuosa es la base de todos los cuidados en el parto y nacimiento: la experiencia subjetiva de la mujer es muy importante.

La OMS concluye sus recomendaciones de esta manera:

El embarazo, el parto y el período postnatal son eventos memorables en la vida de una mujer. La aplicación de estas recomendaciones mejorará esta experiencia para las mujeres de todo el mundo.

La oxitocina: hormona del amor y de la vida

La oxitocina es una sustancia química que se produce principalmente en el cerebro y de ahí pasa a la sangre, llegando a producir efectos en otras zonas del cuerpo, por eso se le llama neuro hormona. En las madres, la oxitocina produce las contracciones del útero en el parto y la salida de la leche materna durante la lactancia.

Pero los efectos más interesantes de la oxitocina se producen en el cerebro. Es la hormona que facilita buena parte de la conducta amorosa, reproductiva y social. Por eso se le llama la hormona del amor y de la vida.

A lo largo del embarazo los receptores de oxitocina en el cerebro se multiplican. Los niveles más altos de oxitocina en toda la vida se dan en las dos primeras horas del parto, tanto en la madre como en el recién nacido.

La oxitocina sintética es una sustancia idéntica pero producida artificialmente. Se utiliza como fármaco intravenoso en algunos partos ya que sirve para contraer el útero. Por eso se da a veces cuando el parto se detiene o tras el nacimiento del bebé para contraer el útero y prevenir que haya una hemorragia. Esta oxitocina sintética no llega al cerebro de la madre por lo que no produce esos sentimientos de bienestar y relajación. Así las contracciones que produce son mucho más dolorosas que las contracciones sin oxitocina artificial.

El nacimiento del bebé

El bebé se va preparando para nacer. Cuando está listo para iniciar su salida su cerebro manda una señal a la madre y así se suele iniciar el parto. Los ligamentos de la pelvis de la madre se ablandan considerablemente al final del embarazo, para permitir que la pelvis se pueda abrir al máximo en el parto. Cada contracción uterina es un pequeño empujón. Conforme avanza el parto las contracciones van siendo mas fuertes y duraderas, casi duran un minuto. El cuello del útero se va abriendo lentamente, es lo que se suele llamar “dilatación”.
Dentro del útero, el bebé se encuentra rodeado de una especie de globo de agua: es la bolsa amniótica, lo que facilita sus movimientos y giros. Mientras la bolsa no está rota el bebé tiene más facilidad para ir girando dentro de la pelvis (además así está más protegido de las infecciones externas). 

Conforme avanza el parto, el bebé se va encajando, girando y colocando. Unos están muy bien colocados desde el principio del trabajo de parto, lo que suele facilitar muchísimo el parto. Otros se encuentran en posiciones que pueden hacer que el parto sea más largo y, sobre todo, más doloroso. Así se explica que algunas mujeres tengan contracciones muy dolorosas e intensas sin siquiera estar de parto: el bebé está intentando colocarse antes de empezar el descenso.

El parto es tremendamente dinámico: una cadena de movimientos coordinados que permiten el paso de la cabeza del bebé por el estrecho del canal del parto y su salida.
Si el bebé está mal colocado o atascado el parto puede ser muy largo y difícil. Ahí es clave el conocimiento de la matrona para detectar y corregir el mal posicionamiento del bebé. En esos casos pueden ser de gran ayuda o incluso necesarias intervenciones obstétricas como la anestesia epidural o el parto instrumental.

En 1974 el médico obstetra francés Frédérick Leboyer (1918-2017) publicó el libro Nacimiento sin violencia. Fue el primer médico que se puso en la piel del recién nacido para describir todas sus sensaciones al llegar al mundo en un paritorio de cualquier hospital moderno. Describió el parto como un viaje, una aventura para el bebé que llega, y explicó con nitidez lo doloroso que puede ser para el bebé sentir frío al salir, una luz cegadora, o ser separado de la madre nada más nacer y alejado de ella. Leboyer dejó la obstetricia y dedicó el resto de su vida a estudiar y difundir la importancia de la conexión emocional entre las madres y sus bebés. Desde entonces, y en parte gracias a su legado, las cosas han cambiado para bien. Ahora se cuida bastante más y mejor a los recién nacidos y se procura respetar sus tiempos.

La matrona o los médicos que han atendido el parto pueden comprobar que el recién nacido está sano observando como se encuentra encima de la madre. Sólo cuando se detecta un problema importante hay que separarlo de su madre, sino es fundamental dejarle esas dos primeras horas de vida junto a ella como mínimo. Esas dos primeras horas se llaman “periodo sensitivo” porque quedan profundamente grabadas en la memoria del recién nacido.

El viaje del parto

El parto es una experiencia muy intensa: probablemente uno de los momentos más importantes y que más grabado quede en toda la vida de la madre. Aunque cada mujer vivirá su parto a su manera, sabemos ahora que hay un proceso psicológico común que se manifiesta en el parto natural en parte porque las sustancias (hormonas) que producen las contracciones uterinas también tienen efectos comunes a nivel cerebral.

El inicio del parto se puede notar como unas contracciones suavecitas que vienen y van o como una sensación en el útero similar a la que se puede notar en la menstruación.

Conforme las contracciones van siendo más frecuentes e intensas, las mujeres suelen sentir la necesidad de trasladarse al lugar que han elegido para dar a luz. Una vez allí se van “metiendo” en el trabajo de parto. La sensación en el cuerpo es tan intensa o fuerte que ya es difícil pensar en nada más o prestar atención a lo que sucede en el exterior.

La intensidad de las contracciones casi siempre sorprende por su fuerza, en algunos casos también por su dolor.

Las contracciones se notan como una ola que viene y va recorriendo todo el útero; acompañarlas con la respiración y visualizarlas como un abrazo que va ayudando al bebe a salir facilita el trabajo.

Al final del parto muchas mujeres cuentan que han sentido que no podían más, que se han encontrado al límite o que han pensado que no podían seguir adelante o incluso que iban a morir. Casi siempre esta sensación precede a las contracciones finales del parto y significa que el bebé está a punto de salir. Curiosamente esas fuertes contracciones finales suelen ser menos o nada dolorosas. El apoyo del padre o acompañante y de las profesionales es imprescindible en este momento.
El nacimiento, la salida al exterior del bebé, puede llevar su tiempo. Una vez que está fuera y que se le coloca sobre el cuerpo de la madre es frecuente sentir algo maravilloso, una emoción inmensa, una especie de éxtasis amoroso junto con el asombro de ver por primera vez al bebé.

¿Quién puede comer por ti? Nadie, es obvio.
¿Quién puede dormir por ti? Nadie, otra vez.
¿Y quién puede parir en tu lugar? Nadie.
Realmente nadie más que tú. Tú y solamente tú.
En el momento en el que puedas interiorizar este concepto fundamental
resolverás cada uno de tus problemas y dejarás de buscar
a una persona o un lugar para dar a luz.
Entenderás entonces
que hay una sola cosa que hacer:
quedarte cerca de ti misma
F. Leboyer. Traducción libre de G. Bianco del libro de Frédérick Leboyer Atmen, singen, gebären, 2008. (“Respirar, cantar, dar a luz”)

Parir con el propio cuerpo

Cuando una mujer se pone de parto se ve influida por lo que ha sido su relación con el cuerpo toda su vida. No siempre es fácil. Vivimos en una cultura donde el cuerpo de las mujeres en toda su diversidad no es celebrado. Algunos estudios han señalado como desde los cinco o seis años de vida muchas niñas se sienten feas o gordas, y como esta presión por tener un cuerpo ideal (más delgado, más joven, más esbelto, más atlético etc.) se mantiene toda la vida, incluso en la vejez o ancianidad. Muchas mujeres crecieron siendo niñas acomplejadas de sus cuerpos, se sintieron avergonzadas al tener la primera menstruación, vivieron la adolescencia encogidas para no destacar por su altura o no mostrar sus pechos, tuvieron trastornos de la conducta alimentaria por intentar mantenerse debajo de su peso natural, tardaron mucho en poder disfrutar de su sexualidad o directamente nunca lo lograron…
Con esos antecedentes puede ser difícil o casi imposible llegar al parto confiando en el cuerpo.

El parto forma parte de la vida sexual, por eso es tan importante parir sintiéndose segura, confiando en el propio cuerpo y en su naturaleza sabia. Reconocer la maravilla que supone cada embarazo, detenerse a imaginar cómo se va gestando el bebé, celebrar el llegar a término…todo ello ayuda a mejorar la relación con el propio cuerpo durante la gestación.
El aumento de peso propio del embarazo en los pechos, en las caderas, o en el vientre, debería ser motivo de celebración y orgullo: el cuerpo se prepara para recibir y nutrir al bebé.

Para el bebé en el útero no hay comparación posible: el cuerpo de su madre siempre será el más perfecto y amado lugar, su único y precioso hogar.

El padre en el parto

Cada vez son más los hombres que desean estar presentes en el nacimiento de sus hijos. Para que su presencia en el parto sea una ayuda y no un estorbo u obstáculo es importante que el padre conozca y comprenda tanto el proceso del parto para la madre como las necesidades del recién nacido. 
Con ese conocimiento su presencia puede ser una garantía de respeto y ayuda para la diada madre y bebé.
El parto pertenece a la esfera sexual y afectiva, lo dirigen las mismas hormonas. Para parir bien las mujeres necesitan sentirse seguras y confiadas.

Es necesario no sentirse expuesta, mejor sentirse acompañada por alguien que ofrece cariño y cuidados discretamente. En ese sentido el papel del padre puede ser una bendición si ofrece a su pareja mimos, confianza, complicidad y apoyo y le refuerza su capacidad innata para parir. A veces el padre tendrá que colocarse como intermediario precisamente para impedir que la parturienta sea molestada innecesariamente, en equipo con la matrona o profesionales que atienden el parto.

Una vez que el bebé ha nacido es vital dejarle en piel con piel con la madre. Nada ni nadie debería molestar o interrumpir ese primer encuentro madre bebé en las dos primeras horas tras el parto, solo una verdadera urgencia médica lo justifica. El padre informado comprende y respeta ese tiempo vital para madre y bebe, sabe que facilitar ese encuentro amoroso favorecerá el vínculo, la lactancia y la crianza.
Si el parto ha sido por cesárea también se puede ofrecer a la madre colocar al bebé en piel con piel nada más nacer y que el padre ayude en ese primer encuentro.

Si el bebé precisa ser trasladado u hospitalizado lejos de la madre el papel del padre es fundamental. En ese caso y corresponde a él estar junto al bebé en todo momento, garantizando que se respeta su derecho a estar acompañado por su s padres durante toda la hospitalización.

El arte de la obstetricia

La palabra obstetricia viene de la expresión latina “Ob Stare” que significa “estar a lado de”, aludiendo al papel que desempeñaban las personas que atendían al parto, estando al lado de la parturienta en la espera de que dé a luz.

El papel de las obstetras es fundamental para la salud de las mujeres, no sólo en el embarazo y parto, sino sobre todo en la detección y tratamiento de enfermedades.

Además, los y las obstetras salvan vidas en muchos partos complicados, cuando hay problemas importantes.

El arte de la obstetricia pasa por saber cuándo es necesario intervenir para sacar a un bebé de forma urgente del canal del parto, o a la inversa, saber cuándo y cuánto se puede esperar. Para ello trabajan en equipo con las matronas y con otros especialistas médicos como anestesistas y neonatólogos.

La historia de la obstetricia está llena de luces y sombras. Ha habido muchos obstetras que han honrado y ayudado a las mujeres a dar a luz y lo siguen haciendo.

“Una mujer sana que da a luz espontáneamente realiza una labor que no puede ser mejorada. Esta labor se cumplirá óptimamente si la mujer siente confianza en si misma y queda en un ambiente en el que ella constituye el centro (como sería su propia casa)”. G.J. Kloosterman era profesor de Obstetricia Universidad de Ámsterdam, y realizó esta afirmación en un ensayo de 1922.

Desde finales de los años ochenta el obstetra francés Michel Odent ha hecho una labor enorme por difundir los beneficios del parto natural o no medicalizado y por promover una obstetricia respetuosa con madres y bebés, en la que sólo se hagan cesáreas cuando sea verdaderamente necesario y éstas se hagan de la manera más segura y cuidadosa posible.

Todos estos obstetras han comprobado las ventajas que tiene un parto natural para la recuperación de la madre y para la adaptación del bebé a la vida extrauterina, así como los beneficios para la salud a largo plazo. Es importante señalar aquí que no es lo mismo parto natural que vaginal o medicalizado.
Parto natural o fisiológico: es aquel en el que a la mujer no se le hace ninguna intervención médica. No se le ponen fármacos ni goteros, no se le hace episiotomía ni se le obliga a permanecer en una postura determinada, no se le separa del recién nacido nada más dar a luz, etc y transcurre sin complicación alguna.
Parto medicalizado: cuando a lo largo del parto a la mujer se le han realizado intervenciones médicas como: ponerle una vía intravenosa, darle oxitocina, ponerle epidural, romperle la bolsa, subirle al potro para el expulsivo, usar fórceps o ventosa, o hacerle una episiotomía, etc.
Parto vaginal: significa que el bebé ha salido por la vagina, pero no equivale a parto natural.
Parto respetado: se utiliza esta expresión para describir los partos donde la mujer ha sido la protagonista y en todo momento se ha respetado su proceso y su consentimiento informado, y sólo se han hecho intervenciones cuando era estrictamente necesario y de manera cuidadosa y respetuosa con la madre y el bebé.

La atención profesional de la matrona

La matrona es la profesional experta en la atención al parto normal. 

Pueden atender a la embarazada desde el inicio de la gestación y realizar el seguimiento del embarazo.

Su trabajo en el parto consiste precisamente en cuidar esa normalidad y prevenir o evitar que el parto se complique. Para ello hacen algunas tareas imprescindibles:
Transmiten confianza a la mujer y le apoyan emocionalmente.
Observan el avance del parto sin entorpecerlo. 
Son expertas en facilitar que la mujer haga la dilatación a su ritmo y como ella quiera, acompañada de su pareja. Saben cuando tienen que animar a la mujer y como transmitirle confianza y seguridad.
Saben cómo está el bebé, observan cómo se va colocando desde el inicio del parto
Escuchan muy especialmente su latido cardiaco para asegurar que se encuentra bien en todo momento.
Informan a la madre de como transcurre el parto y le piden consentimiento informado si es preciso realizar alguna intervención.
En ocasiones, si el parto se prolonga o se detiene o si hay necesidad de que el bebé salga rápidamente pueden recomendar a la madre que se coloque en diversas posturas, o realizar pequeñas intervenciones como la amniotomía o incluso la episiotomía.
Si hay una complicación saben detectarla y pedir la intervención de los obstetras que en ese caso continuarán la atención del parto o posparto inmediato.
Nada más nacer el bebé le colocan sobre la madre y comprueban que se encuentra bien o valoran si es preciso que le atienda un pediatra.
Son expertas en lactancia: saben cómo facilitarla desde el parto y en los meses o años siguientes.

Qué hace una doula

Las doulas son mujeres – casi siempre madres- expertas en acompañar a las mujeres en el embarazo, parto y posparto. Se han formado para ofrecer ese acompañamiento emocional en el parto que facilita el nacimiento. Entienden que el parto es un momento íntimo, que requiere que la madre se sienta cuidada y protegida de distracciones o molestias externas.

No son profesionales sanitarias, es decir, no valoran cómo va el parto ni dan consejo alguno, pero ayudan a que la mujer esté cómoda y lo más a gusto posible durante todo el trabajo de parto.
La doula suele ser una madre experta que ya ha parido y sabe bien lo que es parir. Crea un vínculo de confianza con la madre antes del parto y le ayuda a lograr un parto respetado y más natural. Durante el parto apoya, sostiene, cuida a la parturienta y le refuerza en todo momento.
Para las madres sin pareja, la presencia de la doula en el parto puede ser una ayuda aún mayor.
Este acompañamiento lo puede hacer igualmente una amiga de la madre que sepa bien lo que es un parto y cómo acompañarlo con serenidad y confianza. En realidad, las doulas vienen a ocupar ese lugar de amiga experta cuando la madre no tiene ese apoyo en su entorno.

Nacer por cesárea

La cesárea, igual que el parto, es un acto de amor que incluye un sacrificio de la madre por amor al bebé y el nacimiento de un ser humano. Todo embarazo puede terminar en cesárea. Tanto la Organización Mundial de la Salud como las principales sociedades científicas reconocen que se hacen muchas más cesáreas de las necesarias, y que eso conlleva riesgos para la vida de madres y bebés, pero a veces la cesárea realmente permite salvar a ambos de una situación que comprometa seriamente su salud, casi siempre de forma urgente e inesperada.

Sean cuales sean las razones por las que se llega a la cesárea, no hay ningún motivo para descuidar el resto de los aspectos que rodean al nacimiento. Es decir, además de una intervención quirúrgica, la cesárea sigue siendo el momento del nacimiento y, como tal, debería ser tratado con máximo respeto y humildad por parte de los profesionales que lo atienden.

La cesárea, sea inesperada o programada, puede ser una experiencia gratificante y reparadora si se hace de forma respetuosa.